LA MIRADA INOCENTE, DE GEORGES SIMENON
¡Esta es la segunda novela que os recomiendo, @jovenesconfinaos! Se trata de una de las
más de 190 obras que escribió el autor belga Georges Simenon (1903-1989). De
ellas, ¡más de 50 se han llevado al cine!
Simenon es conocido, principalmente, por su saga de novela negra del Comisario Maigret
(compuesta por más de 100 episodios). Sobre su protagonista estrella, escribió
incluso decenas de cuentos. Se ha traducido a más de 55 lenguas. Se han
realizado sobre sus historias miles de reportajes. En definitiva, fue uno de
los escritores contemporáneos más prolíficos en lengua francesa.
Sin embargo, de todos sus textos, he escogido uno de los más
desconocidos y cuya temática se aleja bastante del suspense de sus novelas
estrella.
Lo descubrí por casualidad en una colección de clásicos que
mi familia me regaló: La biblioteca del viajero, de ABC. Fue
una maravilla toparme con él. Creo que de otro modo, este libro nunca habría
llegado a mis manos. Ningún profesor me había hablado sobre él. No es una
novela que se suela recomendar, que se incluya en los programas como texto
esencial. ¡Hay tantas obras que se quedan en el tintero y que debemos descubrir
por nosotros mismos…!
Por eso os lo recomiendo. Porque creo que casi nadie os
hablará de él. Porque recuerdo su lectura con un cariño especial. Realmente me
gustó. Sus personajes transmiten ternura, están muy humanizados. Tiene chispa.
¡Merece la pena que lo leáis!
La mirada inocente
se publicó en 1965. Es una novela psicológica, pues nos describe la
personalidad de su protagonista, Louis Couchas. Asistimos al crecimiento o
evolución de su mundo interior. Y también es una novela social, ya que se
describe minuciosamente el espacio o contexto en que crece Louis: la pequeña y
humilde casa en que se cría con sus cinco hermanos, la pobreza del barrio, la
promiscuidad y picaresca que le rodea, los ataques de sus compañeros del
colegio… Simenon nos presenta todos los motivos, acciones o elementos externos
que le convierten en la persona que es.
Louis nos conquista porque es un niño con una tremenda
sensibilidad. Es observador, inteligente y no muy hablador. Es sorprendente
cómo nos transmite su visión ingenua de la realidad. Le rodea la desgracia, el drama,
el incesto, la pobreza… Sin embargo, no juzga. Solo contempla.
Para él, el mundo es energía, colores. Su particular
percepción de la realidad es lo que da sentido a su vida. A medida que crece,
el mercado de abastos en que trabaja su madre se convierte en su lugar
favorito, pues allí los colores son mucho más vivos. Se siente extasiado con la
mezcla de sonidos y olores distintos. El bullicio y el movimiento le transmiten
la inspiración que necesita para ser feliz.
Este componente sensorial abarca todo el texto y se
entremezcla con los recuerdos del pequeño Louis.
Cuando este se convierte en adolescente, comprende que su
don es la pintura, a la cual dedicará toda su vida. Con su pincel consigue
transmitirnos su particular visión del mundo y consigue sentirse en paz consigo
mismo. Encuentra así su esencia.
El dinamismo, la vitalidad y la luz que percibe con la
hipersensibilidad que le caracteriza se traduce en su pintura en una técnica
completamente innovadora pero cercana al Impresionismo. Louis es único, igual
que sus lienzos.
El lenguaje de la novela es muy sencillo. Sin embargo,
debemos llegar cada lector a nuestra propia interpretación. Igual que en el
arte pictórico, se requiere en este caso de la cooperación y participación
activa en la obra por parte del receptor.
Personalmente, el mensaje que extraigo de este texto es una
reflexión existencial bastante simple: la vida es muy dura, no se puede
remediar. Solo podemos observar, permanecer firmes y encontrar aquello que nos
hace felices. Debemos construir y compartir con los demás nuestro bello
universo íntimo.
Para finalizar, quiero recomendaros también una obra teatral
que tiene como tema central la pintura: Arte
(1994) de Yasmina Reza. En ella, tres amigos discuten acerca del significado
del lienzo Carré blanc sur fond blanc,
de Kazimir Malevich (1918). Uno de ellos sostiene que no tiene ningún sentido,
que su compañero ha malgastado millones en un objeto que realmente no es
artístico, que no tiene ningún valor.
Esta obra teatral no solo es muy divertida, sino que nos invita a reflexionar sobre el sentido
del arte, sobre todo lo que nos puede enseñar y ofrecer. Incluso podemos
entenderla como un modo de analizar nuestras relaciones, nuestras amistades.
Este lienzo en apariencia absurdo, puede esconder miles se sentidos.
La literatura ligada al arte nos promete un mundo de
historias e ideas que necesitan nuestra lectura, nuestra comprensión, nuestra
valoración única y personal. ¡Ahora más que nunca, hay que encontrar nuestra inspiración!
Qué chulo, parece interesante. Me lo apunto!!
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